Programa Actualización Científica sin Exclusiones (ACisE)
 
Informe
Autor del informe original
Lucía Artazcoz
Columnista Experto de SIIC
Institución:
Barcelona España

Determinantes sociales de la salud en trabajadores con jornadas laborales prolongadas
Es necesario destacar la falta de estudios clínicos acerca de la repercusión de las jornadas laborales prolongadas sobre la salud de los trabajadores. En función de los datos disponibles, se reconoce la participación de los determinantes sociales sobre el estado de salud.

Publicación en siicsalud
Artículos originales > Expertos de Iberoamérica >
https://www.siicsalud.com/des/ensiiccompleto.php/138419

Comentario
Autor del informe
Ariel Rossi 
Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina


Es incuestionable, desde todo punto de vista, el hecho científicamente demostrado que la prolongación de la jornada laboral daña la salud. A principios del siglo XX lo demostró Alfredo Palacios en su trabajo “La Fatiga y sus Proyecciones Sociales".
El impacto psicofísico que produce la excesiva jornada laboral acarrea alteraciones en el sistema neurovegetativo afectando todas las órbitas del trabajador la física, la psíquica y la social.
Las horas de más lesionan seriamente el entorno familiar del obrero, afectando severamente la esfera psicosexual agravada aún más si la jornada de trabajo es nocturna donde el desajuste del ciclo circadiano lesiona en forma directa, entre otras, las secreciones hormonales en el hombre y en la mujer.
El trabajo nocturno no
sólo trae problemas al trabajador.
El hombre es esencialmente diurno como consecuencia de su evolución biológica, y desarrollamos normalmente nuestras actividades coincidiendo con las fases de la luz del día solar tomando las horas de descanso durante la noche, manteniendo así un ritmo estable de sueño/vigilia sincronizado a un ciclo de 24 horas.
Los turnos laborales donde el horario de trabajo, y en consecuencia de sueño, cambian periódicamente, producen modificaciones en el alerta y el desempeño cognitivo en función de la fase circadiana y de la somnolencia y hacen que los turnos laborales representen una seria fuente de estrés, morbilidad y riesgo de errores y accidentes. Es notable el aumento significativo de accidentes laborales coincidentes con los periodos de somnolencia, con un máximo durante la noche y en segundo lugar después del mediodía. Estos datos invitan a reflexionar acerca de si no resulta un eufemismo hablar de “accidentes” cuando se trabaja en horarios que no respetan ni el ciclo sueño/vigilia ni el sistema circadiano.
El impacto psicofísico que produce la jornada laboral nocturna, afecta todas las órbitas del trabajador. Se lesionan seriamente el entorno familiar, afectan la esfera psicosexual, se modifican las secreciones hormonales, produciendo serias disminuciones de la libido tanto en el hombre como en la mujer. Se producen alteraciones vasomotoras que repercuten seriamente en todo el sistema cardiovascular, trastornos digestivos, etc.
El mayor desastre nuclear de la historia de la humanidad, Chernobyl, se produjo a la 01:24 del 26 de abril de 1986 debido a un error humano, afectando con su radiación a más de 8 millones de personas. El peor accidente nuclear en los Estados Unidos ocurrió el 28 de marzo de 1979 a las 04:00 en el reactor nuclear de Three Mile Island debido a errores humanos y no por fallas de las medidas de seguridad pasiva o el diseño del reactor. También nos encontramos con las explicaciones de los responsables políticos de la N.A.S.A., admitiendo que la explosión del transbordador espacial Challenger en pleno despegue fue debido a fallos humanos atribuibles objetivamente a la falta de horas de sueño de la plantilla, fruto de una prolongación excesiva del turno de trabajo durante la noche anterior al lanzamiento, poniendo en una situación comprometida la parte práctica de algunos de los planteamientos laborales de las agencias norteamericanas.
Se ha encontrado que la combinación de las variables “nocturnidad” y “falta de sueño” actúan con efecto multiplicador a la hora de establecer la probabilidad de sufrir un accidente laboral, por ejemplo, de hasta dos veces en enfermeras de noche frente a sus homólogas de día, e incluso de hasta 16 veces en camioneros nocturnos, estando éstos últimos asociados al consumo imprudente de estimulantes y de bebidas alcohólicas. El período comprendido entre la una de la madrugada y las cinco de la mañana, es decir, el 50% de la duración del turno nocturno, se identifica como uno de los más proclives para la realización de conductas poco acordes con la seguridad laboral. Por su parte, también se han encontrado descensos en los niveles de alerta en los turnos fijos nocturnos de 12 horas de duración, sobre todo en las horas finales de la jornada laboral, con los riesgos que puede suponer para la seguridad de los trabajadores implicados.
Una conducta potencialmente peligrosa es quedarse dormido en el trabajo; en este sentido, el riesgo de que un maquinista de tren se quede dormido en un turno nocturno es 14 veces superior al diurno, incrementándose hasta un 8% a medida que aumenta la edad. No obstante, algunos autores indican la ausencia de diferencias en el rendimiento frente a tareas cognitivas en personal de turnos rotativos en jóvenes (20-30 años) y veteranos (50-60 años), por lo que la influencia de la edad del trabajador puede necesitar de ciertas matizaciones en lo que respecto a la seguridad en el trabajo, al existir una relación entre la experiencia laboral y la posibilidad de accidentarse, debido al exceso de confianza y/o abandono de ciertas normas de conducta beneficiosas para el desarrollo laboral seguro. Los incrementos en la duración de los turnos también incrementan la siniestralidad, hasta un 18.5% aumentándolo sólo una hora.
Retomando el ejemplo anterior de los camioneros, conducir con pocas horas de sueño es una tarea habitual para muchos camioneros, hasta un 39% del total en Finlandia. De esta manera, resulta comprensible la considerable cifra anual de accidentes de camioneros. El trabajador que asume estos riesgos está incentivado principalmente por las primas ofrecidas por realizar la entrega en el menor tiempo posible.
Para concluir, creemos que es acertado, veraz y contundente el pensamiento expresado por Marx que dice: “La riqueza del hombre es directamente proporcional a su tiempo libre”.
En la biología, los ritmos circadianos (del latín circa, que significa “alrededor de” y dies, que significa “día”) o ritmos biológicos son oscilaciones de las variables biológicas en intervalos regulares de tiempo.

Copyright © SIIC, 2016

Bibliografía
Palacios Alfredo L.: La fatiga y sus proyecciones sociales. Universidad. Facultad de Ciencias Económicas, Buenos Aires, 1922.
Chiesa Juan J., Golombek Diego A.: Desincronización transmeridiana por viajes aéreos (el síndrome del jet-lag) pp. 339-369 En: Golombek Diego A., et al: Cronobiología Humana. Ritmos y relojes biológicos en la salud y en la enfermedad. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2007.
Vivaldi Ennio: El ciclo sueño/vigilia como un ritmo biológico. pp. 303-323. En: GOLOMBEK Diego A., et al: Cronobiología Humana. Ritmos y relojes biológicos en la salud y en la enfermedad. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2007.
Rosa Roger R., Colligan Michael J.: Plain Language About Shiftwork. Department of Health and Human Services, National Institute of Occupational and Security Health, Publication Number 97-145, 1997.
Fischer Frida Marina, Notarnicola da SILVA Borges Flavio: Twelve-hour night shifts of healthcare workers: a risk to the patients? Chronobiology International. 20: 351-360, 2003.

Palabras Clave
jornada laboral prolongada, salud del trabajador, determinante social de salud
Especialidades
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